Dr. Miguel Polaino-Orts
Universidad de Sevilla
El correo trae a veces malas -malísimas- noticias. La de hoy, 27 de julio de 2017, me ha herido hondamente. La muerte anoche en su casa de la Ciudad de México de Ramón Xirau -poeta, filósofo, académico, escritor-, una de las últimas voces del exilio español en México. A este país llegó, con su familia, en marzo de 1939 luego de un azaroso periplo internacional, iniciado un par de años antes, a su salida de su Barcelona natal. Nacido el 20 de enero de 1924, Ramón Xirau fue hijo único de Pilar Subías y del filósofo, pedagogo y escritor Joaquín Xirau Palau (Figueras, Gerona, 1895 – Ciudad de México, 1946), Catedrático de Filosofía en la Universidad Central de Barcelona, de cuya Facultad de Filosofía y Letras llegaría a ser Decano. Joaquín Xirau destacó como estudioso del pensamiento de Descartes, Leibniz, Rousseau, Bergson, Husserl y de pensadores hispánicos como Raimundo Lulio, Vives o Manuel Bartolomé Cossío. Influido por la fenomenología, por Max Scheler y, en España, por Ortega y Gasset y por García Morente, tradujo a Russell y Jaeger, y configuró un sistema filosófico de corte ontologicista y axiológico. En su obra prestó particular atención a los aspectos pedagógicos, siguiendo la senda de los institucionistas de Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, que tanto había de influir en los pensadores del momento. Al igual que los institucionistas, Joaquín Xirau consideró la educación como “obra de amor”: “Educar es abrir el camino para que seamos amorosamente libres”.